La naturaleza nos ayuda a conectar con la tierra en todos los sentidos. Nos alimenta, nos aporta aire puro y también, nos permite acercarnos a otras generaciones. En el post de este mes conversamos con Juan Cruz, psicólogo clínico, consultor y director del programa DiotOcio. Un proyecto que trabaja desde el desarrollo integral de ocio y tiempo libre para el bienestar humano, social y medioambiental, con la promoción de la salud, la calidad de vida y la solidaridad como base. A lo largo de esta entrevista tratamos temas como la integración intergeneracional a través de la naturaleza, los beneficios del ocio verde o los cursos que ha realizado con La Casa Encendida, de Fundación Montemadrid, entre otros temas.
¿Qué se entiende como integración intergeneracional hoy en día?
Se trata de las relaciones que se crean y suceden entre personas y grupos de distintas generaciones. Esta integración se realiza a través de los programas intergeneracionales, donde creamos actividades adaptadas a personas de diferentes edades, desde niños a jóvenes, para que puedan conocerse, relacionarse y alcanzar beneficios mutuos, tanto entre ellas como a nivel comunitario.
¿Cuáles son los beneficios que puede aportar el ocio verde e intergeneracional a nuestros mayores?
Cualquier relación intergeneracional tiene un efecto positivo en el nivel de satisfacción y beneficios entre los participantes, que se amplifica en actividades que tienen como protagonista el ocio verde e incide directamente en su salud a nivel integral: física, psicológica y social. El uso de la horticultura y la jardinería se utiliza como terapia en la recuperación física y psicológica de las personas en colegios, hospitales y centros de día, entre otros lugares.
En el taller medioambiental “Somos naturaleza” que realizamos en La Casa Encendida, de la Fundación Montemadrid, las personas que participan obtienen grandes beneficios al entrar en contacto directo con la naturaleza, a través de parques, jardines y huertos urbanos. Respiran una mayor cantidad de oxígeno, menos contaminación ambiental y acústica y se pueden desplazar con más libertad, mientras activan la motricidad.
El ocio verde provoca que el cerebro esté más activo y fortalecido con un mayor numero de conexiones sinápticas y niveles elevados de neurotrofina, dopamina y endorfina, conocida como la hormona de la felicidad. También destacaría los beneficios que se producen en el cambio de actitud respecto a prejuicios y estereotipos hacia los niños o jóvenes, así como de estos hacia las personas mayores.
¿En qué consisten los programas de ocio intergeneracional e inclusivo que lleváis a cabo en Diotocio?
Se trata de diferentes programas de ocio adaptados a las necesidades individuales de las personas y a las demandas sociales, para que el tiempo libre permita disfrutar y convertirse en un recurso de desarrollo personal y apoyo comunitario. A través de diferentes talleres o sesiones, dependiendo de cada programa, se plantean actividades para que las personas que participan se conozcan y disfruten juntas de objetivos comunes, e intercambien creativamente lo mejor de sí mismas para enriquecerse mutuamente y que las distancias disminuyan de manera espontánea, dando valor a la riqueza de la diversidad por edad y funcionalidad.
Estos programas son de sensibilización, como el curso “Educar nuestro tiempo de ocio” que realizamos durante tres años y se desarrolló desde el área de Educación de La Casa Encendida para ofrecer respuesta al envejecimiento activo y a cubrir las necesidades de las personas con discapacidad de cualquier edad; de activación, como el curso “Por una casa para todos”, realizado también desde La Casa Encendida desde el 2006 hasta 2020; y de formación, en el que trabajamos con profesionales del ocio intergeneracional e inclusivo.
¿Cómo surgió esta iniciativa en relación con la cooperación intergeneracional?
Se inició con el curso “Educar nuestro tiempo de ocio”, a través del área de Educación en La Casa Encendida y posteriormente en el Espacio de mayores de Casa San Cristóbal. Fue creado para ofrecer respuesta al envejecimiento activo y desde mi experiencia clínica como psicólogo, valoramos la posibilidad de unir a las personas mayores con jóvenes con y sin discapacidad, por los beneficios mutuos que podrían obtener y facilitarles opciones para disfrutar de un ocio normalizado, que tanto necesitan. Queríamos un espacio inclusivo regido por la confianza, el buen ambiente y las relaciones igualitarias, donde se pudieran generar relaciones interpersonales enriquecedoras basadas en el respeto y el apoyo mutuo.
Sin saberlo nos abríamos al ocio intergeneracional, pero consciente como psicólogo clínico que las personas mayores, por motivos de edad y envejecimiento, viven con discapacidades motoras, sensoriales y mentales, que por nacimiento o enfermedad comparten con los menores y jóvenes con discapacidad.
Dimos un paso más cuando, desde el Espacio de Voluntariado de La Casa Encendida, varias ONGs de mayores se pusieron en contacto con el área de Solidaridad, solicitando para los mayores que vivían solos, alguna actividad para asistir los sábados, acompañados de sus voluntarios.
Fue un programa referente en la Red Intergeneracional del Imserso y un recurso importante para las organizaciones que han colaborado.
A partir de 2020 y a raíz de la pandemia algunos talleres de ocio intergeneracional e inclusivo se fueron adaptando y desarrollado online.
¿Cuáles son los beneficios psicológicos que aporta trabajar con la naturaleza a las personas de mayor edad?
El redescubrimiento de la naturaleza, de lo natural y su incorporación en el día a día proporcionan numerosos beneficios sobre la salud en sus tres dimensiones fundamentales: la física, la psicológica y la social.
Muchos estudios confirman este hecho y lo ponen de manifiesto. La presencia de la naturaleza en nuestra cotidianeidad no es solo una inmensa fuente de salud, sino que es un extraordinario recurso para el ocio de las personas mayores, y a la vez, un elemento esencial para el equilibrio de los ecosistemas y de la biodiversidad de las ciudades, lo cual redunda también en la mejora de nuestra calidad de vida.
Conectar “personas con personas” utilizando como escenario y recurso el propio entorno natural, con todas las posibilidades que ofrece, crea en las personas mayores sensaciones y experiencias nuevas, e incluso recuerdos que activan su memoria y las emociones positivas, lo que les lleva a disfrutar intensamente cada momento.
La creación de un huerto urbano genera en las personas mayores una gran cantidad de funciones cerebrales, como el aprendizaje y la resolución de problemas. Además, si pueden obtener productos comestibles, obtienen mayor recompensa e incentivo y un sentimiento de utilidad que les aporta sensación de logro.
¿Qué actividades al aire libre recomendarías en estos tiempos?
Recomiendo actividades sencillas que permitan incorporar la naturaleza en su vida cotidiana, adaptadas a cada persona y a los tiempos que vivimos, para contribuir con el propio bienestar, el del entorno natural y la biofilia.
Animo a cualquier persona a darse un tiempo para acercarse, sola o en compañía, a algún lugar cercano y que se permita a sí misma a disfrutar, reconectar y descubrir los espacios naturales y verdes de sus entornos cercanos para hacer ejercicio, o pasear entre árboles, relajarse con los sonidos naturales de pájaros, agua, viento, disfrutar de una puesta de sol, contemplar el paisaje con sus olores, conectar con el silencio, activar los sentidos y las emociones o a contribuir con la creación de un huerto urbano desde su plantación hasta su recolección.