El estilo de alimentación de las últimas décadas, basada en el macroconsumo y la comida rápida, ha generado que muchas personas se replanteen sus hábitos de comida, tanto por su salud como en el impacto que tiene en el medioambiente. En el post de este mes, queremos hablaros sobre los beneficios reales que supone en nuestra alimentación tener un huerto urbano, comparándolo con los esfuerzos que requiere.
Un mundo de conocimientos
En primer lugar, debemos tener en cuanta que, aunque se plante y siembre un huerto para conseguir una cosecha, su beneficio real es la amalgama de conocimientos que se adquieren a través de la observación, del ensayo-error, de las anotaciones y demás experiencias que asimilas cuando llevas a cabo el proceso de producción de un huerto. Es un camino que se recorre y en el que cada temporada y cada cosecha, se incorpora lo aprendido. Esto no significa que cuanto más años lleves en este mundo sostenible mejores cosechas tendrás, porque hay que tener en cuenta muchos factores externos que no puedes controlar pero sí vas a adquirir una “intuición” que posiblemente te lleve por ese camino correcto que todos deseamos en nuestras huertas.
Se puede medir también en las calorías de energía que gastamos a la hora de mover el suelo en el huerto o la energía que se gasta a la hora de plantar o sembrar, o incluso la que empleamos a la hora de transportarla, prepararla, cocinarla… pero es verdad que, a la hora de comer lo que hemos cosechado, todo esto pasa a un segundo plano y nos convertimos en unos perfectos gourmets de las hortalizas, las saboreamos, las olemos, apreciamos sus texturas, los colores y, ¿sabéis por qué? Porque lo hemos hecho nosotros y nosotras con nuestras manos. Con el conocimiento heredado de nuestros antepasados hemos conseguido encontrar las mejores técnicas para labrar el suelo, recolectar las mejores semillas para la siguiente temporada y elaborar los mejores menús con verdura fresca de los campos, con el único fin de alimentarnos mejor y cuidar el planeta.
Una alimentación con sabores reales
A lo largo de los años que llevamos en Huertos Montemadrid, hemos observado que muchos de nuestros usuarios cambian de forma sustancial su alimentación gracias al huerto. No es lo mismo llevar a tu casa una cosecha elaborada con unos rabanitos, una variedad de lechuga que no habías probado antes, una cebolla con un sabor acentuado o esa rúcula tan rica que nos brota por estos lares, que comprarlo plastificado en el supermercado.
A partir de los tres o cuatro meses de adentrarse en el mundo de los huertos urbanos, serás capaz de adquirir algún tipo de alimento fresco, manteniéndose todas las cualidades íntegras, tengas conocimientos previos o no. Para que te hagas una idea, la media general es llevarnos a casa una bolsa con algunos kilos de hortalizas cada diez días y a lo largo de todo el año.
También tenemos que contar con que durante las diferentes temporadas, podemos tener picos de producción en los que tendremos que regalar nuestras joyas y otros donde costará un tiempo que salga una lechuga. Pero esto no es lo importante, lo que realmente importa es recuperar esos sabores que tenemos guardados en lo profundo de nuestro cerebro, mejorar nuestra alimentación, concienciar a los pequeños y mayores de la importancia de comer de la tierra para sentirnos mejor y para sentir que seguimos perteneciendo a ella y concederle que nos otorgue manjares humildes, aunque sea un poco cada día.
Por todas estas razones, os invitamos a que descubráis lo que puede ofreceros un huerto urbano y que, a lo mejor, decidáis sumaros al ocio verde, incluso en la forma de mirar la comida y vuestra alimentación.
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Anímate a visitarnos con cita previa y te recibiremos encantados manteniendo todas las medidas de seguridad necesarias. Y si prefieres crear tu propio huerto urbano en casa, te ofrecemos una serie de consejos para principiantes que te vendrán muy bien.
